PATRIMONIO
El caserío tradicional de este pueblo es de casas bajas de piedra, y en algunas de ellas han quedado detalles que demuestran la habilidad de sus vecinos para hacer mampostería en seco. Junto a las casas son frecuentes los huertos, poblados con almendros.
Frente al pueblo se levanta la iglesia de San Esteban, a cuyos pies se encuentra el pozo que antiguamente abastecía de agua a la población. La iglesia es románica, de una sola nave y con un ábside semicircular que está cubierto con bóvedas de medio cañón y horno. Está coronada por una espadaña del siglo XVIII.
La cornisa de la cabecera es lisa y descansa en dos columnas con capiteles. En el centro se abre una pequeña aspillera enmarcada en un arco de medio punto, que descansa a su vez sobre capiteles decorados con dos motivos: un ave picoteando un racimo, que es una alegoría de la Eucaristía, y motivos vegetales.
En el interior del templo se puede contemplar la pila bautismal románica, a los pies de la nave, el retablo mayor, de estilo barroco y que alberga la imagen de San Esteban y tres tablas pintadas y una cruz de plata gótica, hecha en Segovia a finales del siglo XV. Los aficionados al arte pueden apreciar también los capiteles decorados del arco triunfal, especialmente el del lado del Evangelio, en el que aparecen tres escenas figuradas.
En cuanto a patrimonio etnográfico llama la atención la abundancia de casucas de pastores diseminadas por todo el término municipal y la existencia de varios pozos en el pueblo.
MEDIO AMBIENTE
Está situado en un alto, lo que permite disfrutar de muy buenas vistas de la Sierra y de buena parte de la provincia de Segovia.
Las mejores tierras del término se utilizan para cultivo, y en el resto, la lastra, aparecen varias plantas aromáticas y medicinales. Podemos encontrar tomillo salsero, manzanilla, orégano, cantueso, ruda, hipérico y espliego, entre otras. La mayoría sirven de alimento para el rebaño de ovejas. Es hábitat de diversas aves, como perdices, halcones y abubillas.
Se puede observar en la época estival a la alondra Dupont (ave migratoria difícil de observar por su “timidez”) y es hogar de golondrinas, cucos, oropéndolas, jilgueros y abejarucos.
Estos “canchorrales”, como son llamados en Aldehuela, acaban en barrancos a la que se acercan al río Duratón, vías por las que antaño corría el agua que bajaba para alimentarlo. En la zona norte, mirando hacia los términos de Urueñas y El Valle de Tabladillo, florecen en mayo algunas peonías.
Es curioso observar como en primavera florecen todo tipo de flores, entre las cuales se encuentra un tipo de orquídeas pequeñas de color marrón y amarillo, “Orphys lutea”.
También cuenta con un monte de enebros y encinas que enlaza con el término de Castrillo, en el que habitan corzos, liebres, jabalíes, lechuzas, gatos monteses, e incluso se puede observar el búho real.
La superficie que ocupa Aldehuela antaño fue un mar bajo, y en algunos puntos del término se pueden descubrir algunos fósiles sueltos. Son difíciles de encontrar, ya que hay que tener buena vista al tener la misma forma y color que el resto de piedras aledañas.
Actualmente se explotan unas canteras que producen piedra caliza de gran calidad. De hecho, la mayoría de la famosa piedra rosa de Sepúlveda, de renombre nacional, procede de allí.
ETNOGRAFÍA
Fiestas:
San Esteban (26 de diciembre), Nuestra Señora del Rosario (primer domingo de octubre) y San Antonio (13 de junio).
Tradiciones:
Aldehuelas, a pesar de tener la iglesia de San Esteban al lado, pertenece a la parroquia de San Frutos. Siempre ha sido un pueblo muy devoto, y con una fuerte tradición en cuanto a la celebración de su fiesta en el Priorato de San Frutos. Así como otros pueblos (Villaseca, Carrascal del Río y el Valle de Tabladillo…), desde Aldehuelas acudían los paisanos a pie, por el antiguo “camino de San Frutos” hasta la hoz en que se encuentra la ermita, para disfrutar de la misa y procesión al santo, y después comer y pasar el día allí, entre coplas, leyendas y risas.
La arena fina de la zona fue usada en otras épocas para limpiar las cazuelas y sartenes que se quemaban en la lumbre “a modo de estropajo”, que quitaba el hollín o tizne.
Antiguamente, cuando había más población, se llevaba a cabo la “hacendera”. Los jóvenes del pueblo sumaban sus fuerzas para arreglar o conservar los caminos, limpiaban las zonas comunes, los regueros, las fuentes… y después hacían entre todos una merienda.
Cabe destacar, algunos nombres tradicionales que se dan a los diferentes parajes de Aldehuelas: “El Agujero de la Patricia”, “La Pradera del Ojete”, “Las Bragas”, “El Pie”, “El Camino Cantareros», “La Cujá», “El Abanco», “La Lobera”, “La Cueva del Lobo”…
Anécdota:
Al hilo de los nombres de los parajes, en una ocasión pasó lo siguiente: Un miembro de la familia Lobo, volviendo a casa después de dejar a las ovejas en el aprisco, fue parado por la guardia civil preguntándole “Quien es usted?”, A lo que contestó “soy fulanito Lobo”. Le volvieron a preguntar “de dónde viene usted?”. “De la Lobera”, contestó. “Cómo se llama este camino?” Inquirió la Guardia Civil. “La senda de los Lobos” respondió. “Nos está tomando usted el pelo!” Dijo la Benemérita, “No señorías, todo lo que les he contado es real”, contestó el pastor.